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Elementos para una teoría del sistema de enseñanza.
En una vetllada de bons vins i imaginatives berreries, el cineasta Luis Buñuel i l’escriptor Jean-Claude Carrière varen apostar quants sinònims admetia una paraula d’allò més barroera. D’aquest joc lúbric va sorgir aquesta antologia definitiva de les paraules gruixudes per a paladars fins, un glossari del noble art de la paraulota exacta no apta per a esperits timorats ni per a ànimes miserables. La relació epistolar entre un filòleg prestigiós i una dobladora de pel·lícules porno deprimida. Un clàssic a França adaptat ara a la literatura catalana per Ricard Borràs.
No hi ha res que produeixi més satisfacció a la punta de la nostra llengua que una bona i sofisticada marranada: un poeta barroc dirà que a la noia «li han trencat el vidre de l’armari» i Sagarra apuntarà que «li han romput l’urna intacta de la seva minyonia», tot i que avui el joc definitiu amb rima consonant és: «si t’agarre, t’espatarre».
Aquest llibre és un tàlem rodó. Tot lector es pot sumar a l’orgia suggerint sinònims sucosos de totes aquestes paraules que ens prohibeixen dir, però que es diuen amb ganes. Un text estricte i savi sobre el tema més universal. Una qüestió de la qual depèn el nostre futur com a espècie, però també la nostra fantasia, el nostre riure i la nostra llibertat.
En una velada de buenos caldos y supremas verdusquerías, el cineasta Luis Buñuel y el escritor Jean-Claude Carrière apostaron cuántos sinónimos admitía una palabra de lo más soez. De ese juego lúbrico salió esta antología definitiva de las palabras gruesas para paladares finos, un glosario del noble arte de la palabrota exacta no apto para espíritus pacatos ni para almas faltas. La relación epistolar entre un filólogo prestigioso y una dobladora de películas porno deprimida. Un clásico en Francia adaptado ahora a la literatura española por Ricard Borràs.
Nada produce más riqueza en la punta de nuestra lengua que la marranada sofisticada: un poeta barroco dirá que «le han roto la luna del armario» y Quevedo apuntará que «ya solo tiene la flor del berro», aunque hoy el juego definitivo con rima agazapada es el «teto».
Este libro es una cama redonda. Todo lector se puede sumar a la orgía dando sinónimos aquilatados de todas esas palabras que nos prohíben decir, pero que se dicen con ganas. Un texto estricto y sabio sobre el tema más universal. Una cuestión de la que depende nuestro futuro como especie, pero también nuestra fantasía, nuestra risa y nuestra libertad.
Un grito de alarma contra la proliferación y el uso integrista que se está haciendo de las identidades A la crisis económica y financiera le ha acompañado una crisis aún más grave del modelo de sociedad. El proceso de emancipación individual iniciado en los sesenta ha acabado dejando fuera de su seno a una parte importante de la población, que ha depositado su orgullo en el sentimiento de pertenencia a una identidad colectiva, ya sea nacional o religiosa. Así, vivimos en un momento de transición particularmente delicado entre una vida de comunidad reglada con modelos de conducta heredados y una nueva sociedad sumamente individualista en la que nos reafirmamos en nuestras certitudes. Kaufmann nos alerta de los peligros que entrañan estos comportamientos, mostrándonos además la volatilidad de ese sentimiento que tiene sus derivados en lugares tan dispares como el campo de fútbol y las redes sociales.